Introducción

INTRODUCCIÓN

El mayor interés en relatar estas memorias, recuerdos, o como quieran llamarle, me surgió volviendo a mirar un pequeño libro de hueso que comenzó a escribir mi abuelo Francisco el Yayo, como siempre le llamábamos. el día que se casó, aunque luego puso un par de notas de la fecha de su nacimiento y de la de mi abuela.

 

Así que si dentro de más de cien años, como hoy me ocurre a mí, a algún nieto mío se le ocurre leerlo, que lo haga con el mismo cariño que yo; y como dice mi abuelo en varias partes del mismo, que sea para bien.

Este libro, del que más adelante pretendo poner todas sus páginas, lo recibí cuando falleció mi tío Pepe –el último de esa generación–, y las anotaciones son de nacimientos, fallecimientos y bodas, siendo la última anotación la muerte de su esposa. Queda un pequeño espacio en el que a veces he estado tentado de hacer el asiento de su fallecimiento, pero muchas veces me he preguntado si debo hacerlo o dejarlo tal como está, así que de momento no he decidido nada sobre ello.

Lo empezó a escribir en 1907, con la anotación de su matrimonio, siendo la última el 3 de Abril de 1967, cuando fallece mi abuela; es muy curioso como va cambiando la escritura con el paso de los años: la primera, firme, y la última temblorosa. Los años y todo lo ocurrido, como se ve en el libro, le dejaron mella.

Quiero también que sirva como recuerdo a todos los seres queridos que ya no se encuentran entre nosotros, y mi cariño a ellos, aunque es posible que a veces no se lo demostrara como debía.

Por supuesto que quiero recordar a mi mujer, María José, a mis hijos Pablo y Jorge, sus mujeres Patricia y María Jesús, y a mis nietos Pablo, Rosario, Carmen, Nicolás y Jorge.

Dudo mucho que este libro, una vez encuadernado, dure más de 100 años, pero sí espero que perdure en uno de los actuales soportes informáticos o en otros que puedan venir y a los que pueda ser transferido más adelante.

No quiero que nadie piense que es un historial profesional, ya que a muy pocas de las anécdotas que relato se les puede dar tal tratamiento, sólo intento que sirva de entretenimiento a quién pueda leerlo.

Comienzo ahora lo que he decidido llamar “Recuerdos Náuticos”. Los he dividido en capítulos: los tres primeros comprenden los años 1948 a 1966, mis primeros recuerdos relacionados con el mar y la fecha en la que obtuve el título de Alumno de Náutica; el resto de los capítulos se corresponden con cada enrole de la Libreta de Navegación.

Empecé a escribirlas en Playamar, Torremolinos, a principios del año 2010, y no sé cuando las terminaré, aunque espero que no se demoren mucho.

Quiero pedir disculpas si alguien se puede sentir molesto, no lo estoy haciendo con esa intención y también aclarar que no he sido nunca racista y el empleo de “moros” o “negros” no lo hago de manera vejatoria, lo he empleado siempre y nunca con ánimo de rebajar a nadie.

En la última página hay un hueco que podría servir para hacer la última anotación, su fallecimiento y aunque lo he pensado muchas veces nunca me he decidido a hacerlo.

El libro consta de 6 páginas solamente, y voy a ponerlas a continuación:

La boda de mis abuelos, y el nacimiento de sus hijos Paquito y Pepito.

En la segunda página aparecen los nacimientos de su hijo Rogelio, mi padre, de mi abuelo, de mi abuela y de su hija María de la Concepción, Conchita.

Página 3, en la que anotó el fallecimiento de su hijo Paquito y el de su hija Conchita.

En la página 4, el matrimonio de su hijo José y el de su hijo Rogelio.

En la página 5, el nacimiento de sus nietos Paquito, Rogelito y Conchita.

En la página 6 –última–, el fallecimiento de su esposa.

Este libro fue la única herencia que recibimos los Garcés de mi tío Pepe. Pienso que su mujer Mercedes rendirá cuentas por lo que por sobrevivirle hizo con los bienes de ambos; y digo esto porque no tuvieron hijos, y a menos que lo hubiera gastado todo, han ido a su familia, que tenía el mismo derecho que nosotros; que les aproveche a la familia Canovaca.

Este suceso no es nuevo en la familia, pues con mi tío abuelo Ramón pasó lo mismo: falleció él primero, y su mujer Trini tiró siempre para su familia, por lo que los Garcés nunca vimos nada.

No es que reclame nada con estas palabras pero al menos que lo sepan aquellos que puedan leer este libro.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*